Marina Keegan, la chica que conocí leyendo en el metro

LAURA VERDEGUER TORTAJADA

Hoy, Marina cumpliría 26 años. Los banderines de colores vestirían el comedor de la casa de sus padres y un sin fin de platos libres de gluten recubrirían la mesa, en honor a una de las jóvenes promesas estadounidenses en el mundo de la literatura. Marina, recibiría con los brazos abiertos amigos a los que no ve desde que terminó Literatura Inglesa en la Universidad y dejó Yale, familiares a los que no ha visto desde que vive en Nueva York trabajando para la revista, “The New Yorker”. La velada, llena de risas, lágrimas y un millón de emociones, se desarrollaría feliz entre música, banderines de colores y buena compañía. Pero lo cierto, es que esto, nunca ha sucedido, lo cierto, es que nunca sucederá. Ni a los veintisiete, ni a los veintiocho, ni a los veintinueve. Porque Marina Keegan, con veintidós años y tras cinco días de su graduación, tardó dos vueltas de campana en cerrar los ojos. Porque esa noche, de camino a casa de sus padres en coche, Marina nunca llegó a comerse las langostas y la tarta de fresa sin gluten que la esperaban sobre la mesa.

He tardado algún que otro trayecto en metro, principalmente hacia la Universidad, en conocer a Marina Keegan, en creer que eran mis líneas las que leía y no las de ella, en sentirme bajo su piel, o ella bajo la mía, aún no lo sé. Marina me ha absorbido, la veo en cada comentario idealista, en cada sentimiento de soledad, en cada ínfimo detalle en los que la vida no parece reparar. La veo y la siento y la respiro, y entonces pierdo la noción del tiempo y levanto aturdida la cabeza dándome cuenta de que es mi parada en la que me encuentro y que las puertas empiezan a cerrarse.

Marina Keegan sonríe
Marina Keegan – Fuente: mtltimes.ca

Lo contrario de la soledad es el alma de Marina Keegan pedacito a pedacito. Palabra por palabra. Y pasando las 203 páginas de este libro he descubierto a una joven llena de pasión por la escritura, que pretendía impedir la muerte de la literatura; una joven rebelde, idealista, crítica pero sincera; un álter ego de mí en ella (y además, ¡también es pelirroja!), con esas preocupaciones, dudas y preguntas que nadie contesta o ni se plantea. La chica dulce, pelirroja, extremadamente pálida con un abrigo amarillo que nos muestra la portada de este aunque corto libro, espléndido, no enseña la Marina que yo he conocido. Una voz estimulante, llena de dudas, sueños y sobretodo, muchas preguntas.

“Marina era brillante, amable e idealista; espero no olvidar nunca que también era feroz, osada y provocativa. Un tanto salvaje. Y no andaba escasa de inconformismo. Si querías un viaje apacible, Marina no era tu vehículo. Cuando nos reunimos en una tutoría de una hora para editar su ensayo final, sólo pudimos repasar tres líneas y media. Se resistía a mis sugerencias porque no quería sonar como yo; quería sonar como ella misma […] Nunca había visto a tanta gente joven llorar como en el funeral de Marina. Y no sólo llorar: estremecerse con tanta fuerza que temí que se les fueran a partir las costillas.” afirma Anne Fadiman, periodista, escritora, mentora y editora del volumen de Keegan en el prólogo del libro.

La primera vez que el nombre de Marina Keegan se viralizó en internet, fue gracias a su discurso de graduación, cinco días antes de su muerte, Lo contrario de la soledad que obtuvo más de un millón de lecturas en la web del Yale Daily News, y que da nombre a su obra. “Me asusta encontrar el trabajo o la ciudad o la pareja adecuada, me asusta descolgarme de la red en la que me siento atrapada […] Somos muy jóvenes. Somos tan jóvenes. Tenemos veintidós años. Tenemos mucho tiempo por delante […] La idea de que ya es demasiado tarde para hacer cualquier cosa, la que sea, resulta cómica. No podemos perder la ilusión, no debemos perder la ilusión de que todo es posible porque, en el fondo, es lo único que tenemos […] Estamos juntos en esto, promoción de 2012. Vamos a hacer que pase algo en el mundo.” dijo Marina a la promoción de 2012 el día de su graduación.

Marina Keegan en el día de su graduación junto con sus padres - Fuentes: Alpha Decay
Marina Keegan en el día de su graduación junto con sus padres – Fuentes: Alpha Decay

Unas horas después de que esta escuchase que triunfar como escritor hoy en día era prácticamente imposible, llegó tarde a una reunión de su grupo de poesía con la cara colorada y con ojos húmedos y llenos de ira. He decido que voy a ser escritora, le dijo Marina a su amiga. Pero una de verdad. Con mi vida. Sus padres, amigos y profesora Anne Fadiman, han recopilado las maravillosas historias, reflexiones y ensayos que Marina ha dejado atrás. Todo un corpus de textos que no hubiesen cabido entre las finas tapas que observamos en Lo contrario a la soledad, que contiene nueve relatos y ocho artículos donde escuchamos a Marina Keegan, nueve artículos y ocho relatos que son ella.

El libro, se divide en dos partes: la primera, con nueve relatos fictíceos; y la segunda, con ocho artículos sobre la Marina de verdad, su vida y su realidad. En la primera, relatos como “Leer en voz alta” o “La ciudad Esmeralda”, que habla de la guerra de Irak me estremecieron de camino a la Universidad. Escuchaba los tanques, las bombas y a la mujer de sesenta y tantos desnuda, leyendo en voz alta a un hombre ciego de veintitantos cuando cerraba los ojos y sentía el movimiento del vagón. En “Escleropatia” sentí la tristeza y alegría de envejecer. De lo que los años nos enseñaban y de lo que permanece a pesar del tiempo. Y en “Abismo Challenger”, posiblemente mi favorito junto con “La ciudad Esmeralda”, me sumergí en la oscuridad de la desesperación, del miedo y de lo irracional. De lo más humano y de lo más mortífero. Muchas son las sonrisas, risas y lágrimas que pasajeros extraños que cambiaban de estación en estación percibieron, o tal vez no. Algunos, leían discretos de refilón las líneas sobre las que subrayaba con lápiz y las páginas a las que doblaba las esquinas.

Libro de Marina Keegan, Lo contrario de la soledad - Fuente: Propia
Libro de Marina Keegan, Lo contrario de la soledad – Fuente: Propia

Pero es la segunda parte. Es en esta dónde he reconocido a la verdadera Marina entre las líneas, dónde he visto y sentido como era su vida, qué pensaba, qué la preocupaba y cuales eran sus sueños. La segunda parte, es la que te hacer reír, pero querer llorar. Es la que te hace pensar ¿soy yo?, pero no, es Marina. Son ocho artículos en los que sueños, pensamientos, ideas, reflexiones, miedos y más plasman la vida de una chica de la que me hubiese gustado ser amiga. De una, cuyo futuro por delante, se abría brillante y lleno de luces, pero al que una carretera puso fin.

En “Estabilidad en movimiento”, reflexión con la que abre la parte dedicada a artículos no fictíceos, he montado en el coche de Marina. Ese coche de su abuela que heredó oliendo a perfume Opium y perfectamente impoluto. Ese coche que sufrió una transformación junto con la de Marina y junto la del lector. Me he sentado entre envoltorios de chicle, pañuelos usados, apuntes y he presenciado desde el asiento de atrás como Marina clavaba las uñas, rasgando superficialmente el cuero del asiento, mientras hablaba con él. He despedido con Marina el Toyota Camry que había conseguido documentar su adolescencia de forma insólita. Hemos quitado juntas cada envoltorio, pañuelo y restos de comida. Hemos deconstruido un álbum de recortes: despegando las imágenes y echando típex a los pies de fotos.

En “Por qué nos preocupan las ballenas” he visto la Marina más crítica, más enfadada y más impotente. En “Contra el cereal” hemos vivido como celíacos y hemos sido bichos raros que comíamos galletas de arroz. “Tenemos un reloj con forma de bola de fuego gigante que hace tictac con cada anochecer” escribe Marina en “Devolviendo la ‘diversión’ a lo escatológico” donde habla de la raza humana, donde reflexiona sobre la existencia, la vida, la muerte y el futuro.

“Las alcachofas también dudan” creo, sinceramente, que debería ser leído por cualquier estudiante en la Universidad. Marina, reflexiona sobre los estudios, las ofertas de trabajo y el dinero. Nos abre un camino de esperanza y luz que nos invita a perseguir, nos dice lo que no queremos oír. “Estoy intentando dilucidar si el arte me gusta lo suficiente como para ser pobre” se queja un joven en este artículo. Siento que podemos hacer algo realmente chulo por este mundo. Y tengo miedo de que -a los veintitrés, veinticuatro o veinticinco años- se nos olvide expresa Marina como conclusión a este maravilloso, pero duro artículo.

“Canción para los especiales”, último artículo de esta parte y que pone fin al libro, es la despedida no planeada de Marina. Nos dice adiós sin saberlo, se cuela en nuestra mente sin pretenderlo. Habla de sus frustraciones, sus debilidades y pensamientos en días difíciles: “Todo quedará destruido, sin importar cuánto trabajemos para crearlo. Pensar en ello me aterra […] Quiero que lo que pienso y lo que soy quede recopilado en una antología complaciente que quepa cómodamente en algún estante de una biblioteca laberíntica” se despide.

Marina Keegan - Fuente: news.wabe.org
Marina Keegan – Fuente: news.wabe.org

Me refiero a Marina como si fuera mi amiga, como si yo fuera ella, pero sin serlo. Este libro,cambia vidas. Marina, hoy te felicito por tu vigésimo sexto cumpleaños y a la vez, te despido. Te despido diciéndote que has conseguido lo que querías, has conseguido contribuir a que la literatura no muera, has cabido en una pequeña estantería como la mía al otro lado del charco, has hecho que millones de personas te vean como eres a través de líneas y relatos tras los que se escondían tu alma. Has dejado tu granito de arena y aunque muchos igual pasen de largo, a aquellos que se paren a contemplarte, sin duda, les cambiarás la vida. Porque cuando empiezas a leer este libro y lo terminas, no vuelves a ser la misma persona.

FUENTES:

EL UNIVERSO INACABADO DE MARINA KEEGAN – EL PAÍS

POR QUÉ DEBERÍAMOS LEER A MARINA KEEGAN – EL PAÍS

5 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Ana Ann dice:

    Sin duda, un artículo sincero que te empuja a adentrarte en el mundo de Marina sin pensártelo dos veces. Me ha encantado y creo que también me encantaría conocer a Marina.
    Enhorabuena por el rumbo que está tomando el blog,
    hasta la siguiente entrada,
    Ana.

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    1. lauclanat dice:

      Sin duda Marina, sería una gran persona a la que haber conocido. Gracias por todo, hasta la siguiente entrada,
      Laura. ❤

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  2. Nuria dice:

    Nunca leer una ‘reseña’ sobre un libro me había dado tantas ganas de leerlo. Sin duda será de mis próximas lecturas. Enhorabona!

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    1. lauclanat dice:

      Muchísimas gracias, no sabes qué alegría me ha dado leer tu comentario. Me encanta que te haya gustado, sin duda será una de las mejores lecturas que harás. Un abraç ❤
      Laura.

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  3. Tània dice:

    Oh Laura… Seguro que si leyera esto lloraría de emoción. 🙂

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